ALMAS
Brevedades (PENSAMIENTOS BEATRIZANOS)
En el laberinto secreto, en donde se encuentran todas las penas, todos los sinsabores…
En donde comienza el lugar de los rostros recónditos; rostros perdidos en la ciudad que habitan; se hallan debajo de las alcantarillas, en la misma ciudad, al otro lado de las lujurias y de los lujos banales las almas.
Son almas en pena, fugitivas sin descanso, a la espera, de una dádiva de rosarios y de padrenuestros eternos.
Allá donde terminas tú y comienza la odisea secreta, la otra cara de la moneda, el otro lado de tu horizonte.
Asoladas por mortales desarraigados, que otrora, fueran estiércol de las calles, basura de los andenes. Se hallan en absoluta carencia, despojadas de sus rostros y de sus lujurias fatales.
Comprende ahora, el horror de esas almas, que antes conspiraban en efluvios de deleitosas corduras y endulzaban sus lenguas, con licores, libando, sabrosos brotes y carnes, empoderados y ebrios de poder.
Sin imaginar la horrorosa penuria, a la que habría de llevarlos sus excesos de codicia y de poder y más, mucho más…
Pero es que tampoco compartieron sus banquetes y sus abundantes manjares, prefirieron arrojarlos al rio, o a la basura, antes que los pobres los degustaran.
Y ahora mendigan aunque sea un mendrugo de pan...
De padrenuestros que no tienen. Y es verdad también del otro lado están las alnas asoladas, en los andenes y en las calles de la ciudad como penurias nuestras, abandonadas por nuestra indolencia y puestas allí por la maldad y la codicia, las ansias de poder y del dinero fácil…
En fin. ¿Sabes qué otras razones las llevaron allí, allá? Hum ¿Qué se sabrá?
Beatriz Elena Morales Estrada y sus historias © Copyright
Brevedades (PENSAMIENTOS BEATRIZANOS)
En el laberinto secreto, en donde se encuentran todas las penas, todos los sinsabores…
En donde comienza el lugar de los rostros recónditos; rostros perdidos en la ciudad que habitan; se hallan debajo de las alcantarillas, en la misma ciudad, al otro lado de las lujurias y de los lujos banales las almas.
Son almas en pena, fugitivas sin descanso, a la espera, de una dádiva de rosarios y de padrenuestros eternos.
Allá donde terminas tú y comienza la odisea secreta, la otra cara de la moneda, el otro lado de tu horizonte.
Asoladas por mortales desarraigados, que otrora, fueran estiércol de las calles, basura de los andenes. Se hallan en absoluta carencia, despojadas de sus rostros y de sus lujurias fatales.
Comprende ahora, el horror de esas almas, que antes conspiraban en efluvios de deleitosas corduras y endulzaban sus lenguas, con licores, libando, sabrosos brotes y carnes, empoderados y ebrios de poder.
Sin imaginar la horrorosa penuria, a la que habría de llevarlos sus excesos de codicia y de poder y más, mucho más…
Pero es que tampoco compartieron sus banquetes y sus abundantes manjares, prefirieron arrojarlos al rio, o a la basura, antes que los pobres los degustaran.
Y ahora mendigan aunque sea un mendrugo de pan...
De padrenuestros que no tienen. Y es verdad también del otro lado están las alnas asoladas, en los andenes y en las calles de la ciudad como penurias nuestras, abandonadas por nuestra indolencia y puestas allí por la maldad y la codicia, las ansias de poder y del dinero fácil…
En fin. ¿Sabes qué otras razones las llevaron allí, allá? Hum ¿Qué se sabrá?
Beatriz Elena Morales Estrada y sus historias © Copyright
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