Asignatura: Literatura Griega
Facultad de ciencias humanas
(Recuentos breves.)
Unas palabras para estos dos poetas.
Dos ejemplos de la
poesía lírica griega: Arquiloco de Paros y Safo
Beatriz Elena Morales Estrada
Resulta un poco difícil
tratar remontarse a la antigua Grecia
y a la organización social y política de
ese entonces. El primer periodo de Grecia estuvo bastante influenciado por la épica,
por la gesta guerrera, en el primer
periodo de la Grecia; donde el lirismo de Homero, fue indudablemente de una grandeza tal…
La Ilíada y la odisea; maravillosas obras; nadie como él,
para llevarnos a ese mundo encantado
lleno de aventuras y de héroes legendarios. Un poco más adelante, nos encontramos
con Hesíodo, cantor de la poesía pastoril
y gran descubridor de los secretos de la naturaleza, nos encontramos en
ese periodo, en donde todavía la gesta guerrera, la epopeya, marcaban los más
grandes ideales de la antigua Grecia. A la par que se daban los cambios
sociales y de la política, la poesía tomaba un tumbo diferente. Los griegos
siempre le cantaron al ideal de la comunidad, el civismo, dado que era la
unidad; el ideal griego de la polis, el
ideal grupal de los griegos; eso era la más pura inspiración y lo pudimos
comprobar con Tirteo y Calimo, cuyos contos, estaban siempre dedicados a exhortar los más
nobles sentimientos de amor a la patria . Pero situemos ahora en el tercer
periodo, en el comienzo de la lírica griega y de la prosa, en donde ya el fervor
nacionalista había mermado un poco debido a los cambios políticos.
La lirica tiene
ahora a ser, más personal, más
expresiva, más íntima y llegamos entonces al año 600 a. de cristo. Con Arquiloco de Paros del siglo VII, hijo de un noble y
una esclava, que por su pobreza tuvo que andar errante y se instaló en la isla de Tasos, a la espera
de una mejor fortuna. Arquiloco infortunado
en amores; fue el
creador del Yambo. Arquiloco hombre terriblemente apasionado, que tuvo que
desempeñar el oficio de soldado, a
quien el mismo se atribuye el calificativo
de mercenario, pero cuya felicidad máxima, era la poesía, en donde este desplegaba todo su talento,
pero más que eso, estaba la elocuencia de un alma apasionada, nacida por el dolor y
el infortunio. Un hombre de una naturaleza tan sensible y bella, no podía
encajar en un mundo griego, en donde los valores exaltaban el amor a la guerra y a interese políticos; con los cuales él, no se
encontraba de acuerdo. Este no tenía cabida allí; su mundo era otro, era el de
la vida, el del amor, el del eros; pero la moral, le obligaba a sentirse esclavo
de la diosa Hera; la diosa del matrimonio.
Arquiloco encontró
en las costumbres de los nobles, solo bajeza
y suciedad y nada de heroísmo noble y la
decadencia de los valores griegos. Solo eso y nada más. En Tasó este
conoció el amor de la hermosa Néobula, pero que para su desdicha, en
complicidad con su padre Licambe, incumplió su promesa de matrimonio. La
imposibilidad de realizar este amor hizo que en
sus yambos desarrollara la más terrible de las venganzas: El deshonor.
Licombes y su hija fueron expuestos a la burla pública,
debido al encono de Arquiloco.
Se dice que a veces del dolor más hondo, nacen los más
bellos sentimientos del alma; esta, que
en sus profundidades casi inconmensurables, tan difícilmente incomprendida, logra a veces la transparencia
de esa diversidad de sentimientos que la inundan. Y si el amor es parte esencial
de ella, el odio no lo es menos, dado
que pareciera ser que en el ser humano,
se hallan por decirlo de algún modo,
entremezcladas estas pasiones del alma. Pero, hay que decirlo, que este, cayó
en la más baja forma de las pasiones.
Era este hombre un
inconforme de su mundo, un desertor de la guerra. Un cínico realista, que supo
ponerle un poco de humor negro a sus versos. Ejemplo de ello, es esta estrofa:
“siete son los muertos que a la carrera alcanzamos, y los matadores somos mil…”
Algo muy
real y tenaz en verdad.
El escudo y la lanza eran para él, solo un medio de subsistencia comía el pan negro y bebía el vino apoyado en su escudo, en su lanza.
Si bien el alma individual de la cultura griega se enorgulleció del heroísmo
legendario de Homero y de la Epopeya,
el yo lirico de Arquiloco, fue en
cierto modo ese mismo héroe; pero cuyo ideal no era precisamente el de la diosa
Ares; a quien consideraba cruel y digna de temer; su ideal vuelvo y lo repito, fue el del amor, el de Eros; dada su alma sensible y poética; aunque, luego concibió fue, la
venganza, cayendo así, en lo mismo que a él, le precia herrado, horrible.
Probablemente Arquiloco, fue un redomado cínico, un enemigo
mordaz, pero fue al mismo tiempo un hombre que supo amar intensamente. Al lado de Arquiloco de Paros, pero con algunas diferencias cronológicas, nos
encontramos con un espíritu semejante a este, pero con una pasión más sutil y delicada; nos encontramos a la poetisa Safo; figura legendaria de origen noble,
desdeñosa de la guerra y gran servidora
de la diosa afrodita, la diosa del amor. Ella fue indudablemente una poetisa que supo ver, o mejor aún sentir que al lado del ideal de los dioses heroicos, de los valores
masculinos, yacía un alma huma na, intensamente
femenina y delicada, cuya sutileza solo podía ser percibida, vivida, contada por la diosa del amor.
Así ella inmortalizó el amor de las amigas, en sus cantos poéticos; solo un espíritu
sensible y fecundo como Safo sabia amar
y plasmar sus más hondos sentimientos y deseos
en el papel. Criatura nacida para ser sacrificada en el más
bello de los deleites, es el amor. Pero
ella sabía que el conocimiento, solo se enriquecía
a partir de cada experiencia intensamente vivida. Solo la mujer conoce el secreto del amor;
eso nos diría; talvez ahora Safo. Y es que solo la mujer según ella, puede
amar el objeto de su pasión, con
tan deseada ternura, y con tan
prodigiosa sutileza de sentimientos.
Afrodita y Eros no
fueron elementos externos a ella; estos estaban incorporados a su ser
mismo.
A Safo se la puede
considerar maestra, sacerdotisa, ya que ella pudo serlo realmente; y la prueba
de ello es que se la comparo con el mismo Sócrates, en el arte de la enseñanza.
Las amigas a las que ella enseñaba eran muchachas venidas de diferentes
regiones y las cuales se debían preparar en las diferentes artes de la
sociedad, se debían preparar para ser mujeres y madres.
En esos momentos, la cultura griega tuvo un florecimiento
tan grande, que varias escuelas de literatura se abrieron, para dar parte a la mujer, como parte
integrante de la sociedad griega; esas escuelas eran llamadas Thiasos y Safo que estuvo al frente de la mejor
escuela tuvo que competir con Andrómeda
entre otras muchas; al parecer esta costumbre de preparar a las
muchachas para el matrimonio, no era un patrimonio
de la cultura helena sino que también otros pueblos antiguos tuvieron
en cierta forma, un rito de iniciación antes de la boda.
Toda la filosofía de Safo, se halla encajada en el amor
de Afrodita; que es el saber vivir, Su amor hacia el grupo de amigas, era la fuente esencial de todo su sentir, de todo
su más delicado sentimiento al apego de la amistad de estas muchachas, a las cuales
debía prepara para dejar la virginidad y estar dispuestas a un esposo.
Safo fue madre
amantísima y en ella encontramos un velo de ardiente llama de amor transparente y fraternal. Al lado de las Thiasoli, los
hombres tenían una ocupación diferente,
la de la política por supuesto, la de la guerra, la cultura Helena, era
esencialmente un homenaje a los valores masculinos.
Los oficios de los hombres eran considerados de mucha mayor
importancia, en cambio a las mujeres, se
las consideraba improductivas y holgazanas. Muchos poetas le cantaron al amor y
a la mujer. Tenemos a Helena, una de las más sobresalientes, a ella se la disputaban Aquiles y Héctor, este último era el hermano
de Paris, el raptor de esta; Héctor quería devolverla a su marido Melelao. Muchos poetas compararon a la mujer; presentándola dentro de una concepción Zoomorfa. Se decía,
que la mujer solo sirve para proporcionar placer al marido y nada más. Pero solo fue Safo, la que verdaderamente supo captar
ese mundo, esa alma femenina, tan rica en ternuras y sutilezas y solo
ella supo cantar magistralmente
a la belleza de las muchachas, uniendo armoniosamente en un hilo, la corporeidad física, con la sutileza espiritual de esa alma fémina.
Y tenía que ser así, pues Safo, no solo era poeta; sino que también eran mujer
y a su paso, todo el velo oculto de la sabiduría y de la belleza, se abrían paso,
tal como si fuesen retoños primaverales.
La mujer cobra vida y representación social al lado de Safo. Arquiloco al igual que
Safo supo expresar muy bien y hondamente
sus más íntimas emociones, pasiones; ambos son seres atormentados por el fuego
del dolor y de la pasión. En ellos, la
bestezuela dormida, de eros, los inunda
con terrible fuerza. Para ellos Eros, es un dios ardiente, desolado y
escurridizo, que sabe dejar en los labios y en la piel, el sabor agridulce de
lo más amado; de ese dulce néctar que se saborea, y es como un terrible veneno y que
parece ser, los llenaba de
escalofrío la piel; pero que a la vez,
es tan cálido y aun así, para ellos, era mejor morir, sintiéndolo, que no teniéndolo. Tal es
el sentimiento amoroso de estos poetas.
Coincidieron en lo mismo;
cundo así se expresaban:
Safo decía dulcemente:
… Preferiría ver su gracioso andar y el claro destello de su rostro y no los carros de los lidios y sus jinetes
que luchas con sus armaduras.
Y Arquiloco orgullosamente mostraba su rechazo al escudo:
Algún sayo alardea con mi escudo, arma sin tacha que trans
un matorral abandoné a pesar mío. Puse a salvo mi vida
¿Qué me importa el tal escudo?
¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no
peor
Arquiloco de Paros, cuyo nombre nos remonta al yambo, cantor de
las musas; no podía acomodarse dentro de los valores guerreros, pues si bien, la diosa de la guerra era digna de temer, en ella, él no
encontró la trascendencia de sus ideales; sino más bien un oficio difícil, cuya finalidad era mezquina y baja: “Porque a
Tasos confluyo toda la basura de Grecia”
Aquí bien pudiera
verse reflejada la realidad de esa guerra política, de nobles, en el cual, este, se vio involucrado muy a su pesar.
Y safo tampoco
encontró, en un mundo completamente masculinizado, el ideal de su sentimientos. No encontró en el
mundo de los hombres y de la guerra, la
realización de sí. Todo su único encanto
reside, es en la presencia de ese ser
amado. En ese mundo de la femineidad; allí no faltaban ni los aceites, ni los adornos… El mundo de las amigas, en
donde la poetisa era la madre, la guía, la maestra. Era en suma, el alma esencial de todas ellas. Eros y
afrodita jugaban entre las danzas y rondas de los cantos de las amigas, al
calor de la noche y lejos de la crueldad de la guerra.
Y si bien Arquiloco expresa de una manera individual el odio,
el amor; Safo va todavía más allá del
simple hecho, en ella la poesía es una
fuente transparente, que emana de su propio ser como un riachuelo encantado.
Veamos entonces una muestra de su poesía:
“Viniste, hiciste bien te anhelaba a mi lado. A ti que
enfriaste mi corazón ardiente de deseo” Y este otro:
“Pero a mi eros me
ha sacudido los sentidos como un viento de los montes que cae entre los robles.
Y otra vez el paralizante eros me tuerce y me dobla, el
inexorable monstruo agridulce.
Esa misma ansiedad penetrante la encontramos también
expresada en Arquiloco: “Tal ansia de amor me envolvió el corazón y densa
niebla derramo sobre mis ojos robando del pecho el suave sentido. Pero el
perturbador seseo me domina y no me
cuido de yambos ni placeres. Ojalá que pudiera
tocar la mano de Néobula y caer presto a la acción sobre el odre y aplicar el vientre a vientre y mis
muslos a sus muslos.
En Safo el deseo es más cristalizado, va más allá del
simple hecho, su verso es de una pureza más natural y en el lenguaje de Safo,
su alma misma se deja venir como un
pájaro herido. En ella la pasión
se deja sentir de un modo más liviano, tal como si flotara.
Tal es la poesía; la
poesía de estos dos poetas.
Beatriz Elena Morales Estrada ©
Asignatura: Literatura Griega
Profesor: Hernán Botero abril 18 de 1989
(Libro: La diosa: Enalio Gres)