miércoles, 14 de abril de 2021

Dialogos con la sombra



Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright

 

Diálogos con la sombra

 

Alcides, entrando a los jardines del palacio terrenal.

Poniacenia  desde lejos pregunta.

¿Vienes  o vas? 

¿Eres portador de buenas noticias?

 ¿O qué  traes en tus manos que veo plumas como aves?

Alcides

Solo sé que he venido desde el otro lado de la luna,  donde el tiempo se hace incólume o se eterniza en la punta de los  dedos.

 

Poniacenia

¡Oh por Dios!    Veo que solo eres u n soñador de mundos.

 

Alcides

Es el parir… 

Son como  constelaciones de fuego o un mar de tristeza, que pareciera ser,  desconcierta.

 

Poniacenia

  Y una laguna húmeda y humectada   germen de vida;  serpentea dentro,  voraz como boca sedienta  y es cuando el abecedario y los túneles de mí ser, son penetrados por el aire, dando  comienzo a la vida. 

 

 Alcides

 ¡Oh desdicha de las desdichas!

 ¿Qué tiempos son estos que nos ha tocado vivir?  

 

Poniacenia

Vivimos   un eterno  tiempo; sin talamos, sin sol, sin luna y sin estrellas.

En una incertidumbre,  que cada día pareciera ser,  se vuelve congoja.

 

Alcides  

Es cierto pareciera ser que declina el labio,   como declina la tarde. 

 

 Poniacenia

Tal parece  que cae la boca como cae la noche.

Si. Cae el telón y a veces entramos como en un marasmo; como en incógnitas encrucijadas,   que nos detienen  sin detenernos.

 

Alcides

Un rio, un rio corre en nuestra cotidianidad   y no lo vemos, pero si lo  sentimos.

Poniacenia

La noche que  estamos viviendo me trae   del pelo y el pelo me trae   de entre la noche.

Alcides

Y hasta   parece  que hay  un desfile de funestas miradas… Sí.  

 

Poniacenia

Nuestro tiempo es como el lomo de un caballo

 por fuerzas endógenas y exógenas agitado.

 De movimientos trémulos y hasta  pendencieros.


Alcides

 Labrado quizá,  en el taller del mejor  o peor orfebre.  

 También como  madera  fina y delicada.

 

Poniacenia

Del mejor orfebre,  Alcides, dado que es templanza para el espíritu.


Alcides

 

Nuestro   tiempo es como un viento  fuerte

que va esparciendo llamas incendiarias.

Poniacenia

 Es como una vía láctea a punto de dispersarse,  expandiéndose, y  a punto de desintegrarse.


Alcides

 Cómo un  planeta,   cuyo aire se está cociendo a fuego medio

 por   dentro,  por fuera,   en el espacio, apurado por fuerzas móviles.


Poniacenia

Sí, cuyo vacío es inexorable,  en frente a un planeta gigante.

Es el mismo vacío que genera en nuestros huesos ansiedad y dudas. 

Alcides 

También yo he sentido el filo puntiagudo de un puñal, 

  la daga de una cruenta realidad atravesarme la garganta.

Poniacenia

Yo por mi parte, he sentido que  en un candor de almas,  se regocija el cielo…

Alcides

Se regocija el cielo,  pero hay temor en nuestro  mundo.

Yo por mi parte he visto  soles y lunas desplomarse entre mis manos, vestigios de submundos  interiores que parecieran ser,   se deslizan  de entre los dedos.

Poniacenia

¿Qué mundos extraños y desconocidos son esos,  de los que hablas y de  una belleza tan aterradora como sublime?

¿Tal Vez   son parte de un organismo vivo?

Alcides

 Quizá… No lo  sé.

Frágil armadura, que por ser tan frágil,  lleva en si la   ternura,

     arropan   no obstante en sí, al ser. 

Fundan   en su fragilidad el mundo,  toda creación y toda cosa.

 

Poniacenia

Y en parajes arcaicos,   donde subyaces  como en un ensueño,

esperas  que una mano pródiga,  pinte tu cuerpo desnudo

 y lo bañe con flores de azahares.

 

Alcides

¡Oh!  Y tu  alma en vuelo  padece y  anhelas que sean  purificados  tus recintos,  para que puedas brotar como flor de loto.

Poniacenia

 

Las flores  vivas se marchitan,  mientras  mis pensamientos están en el aire,  desgastada ante el intento suicida  de mi memoria.

 

Alcides

Delirante y con los ojos desorbitados cual loco en frenesí,

también como con asombro; así mirando, casi  con las órbitas salidas,  mirando,  siempre mirando,  absorto , casi con frenesí.  Te veo.

Veo tu mano aferrada a la chambrana, con fuerza,  con vigor,  segura de ti misma; sin temor al vértigo, sin temor a la caída,  sin envidia de nada, sin temor  del vacío.

 

Poniacenia

Si. Es  porque allí veo  el estanque azul, el

lago secreto.

El estanque de los peces dorados.

La levedad de las plumas.

 

Alcides

El vino de tu boca, 

cabellos como terciopelo

tu rosa trae espinas,  rompiendo la noche  me hace desvariar.

 

 Poniacenia

 

Deshojando margaritas,  

como flor de los mares

aquietada  unas veces,

  sosegada  otras,

 intempestiva, o  melancólica,

apartada en la sagrada morada de los dioses. 

 

Alcides

Siempre persiguiendo mariposas,

siempre  en la cumbre de la noche.

 

Poniacenia

 

Noctámbula, casi perdida

en la soledad infinita,  en el aislamiento total.

Sola en un cuarto, sola y allí  fue,  en donde descubrí que realmente

las cosas son terribles en  la vida.  

Noctambula, sí.

 

Alcides

En cambio yo  podría dar a mi alma  el vuelo que quiere; ni la muerte, ni nada,  me hará desistir,  tengo alas muy blancas, que  ni la guerra,  ni la peste, ni la humillación, ni el desdén me harán desistir.

 

Poniacenia

 

A veces; hay ciertas cosas que  no valen  la pena. 

 Los hombres mueren, las naciones viven, los poderosos  se atrincheran. Se ocultan. 

Las naciones se van unas contra otras, los pueblos mueren.

  No mueras tú.

No pierdas  el origen de ti  mismo.

 

  Alcides

No me perderá el agujero de tu boca,

 no me tragara  el  abismo de tus ojos.

 

 Poniacenia

 

  Ni la sombra solar,  que de tu presencia surge, 

no opacaran mis ojos,  tu supuesta  luz.  

Esa que irradias, no apagaras mi sonrisa

Ahora no. No   durante la Pandemia.

 

Alcides

 La pandemia  no nos opacara

Ni quitará el brillo de los ojos.

 No abra bruma en ellos.

 

Poniacenia

¡Date prisa!    ¡Ven!

A coro:  Poniacenia  y Alcides

 

  ¡No mueras tú!

  ¡Date prisa  Ven! 

 

Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright