Brevedades:
Notas:
La brutalidad e insensibilidad en
nuestras acciones, nos hacen perder el plano de lo divino
humano. ¿Por qué?
Según las dimensiones íntimas de cada uno de nosotros; hay
direcciones del alma, en que esta,
pierde su conexión al cielo; digamos, que hay, determinados procesos corporales, que
hacen que ella, pierda su alas. La conciencia, al ser la expresión de ese, sino experimental; va estableciendo lo selectivo,
de un modo silencioso, que casi el individuo no lo capta o percibe instantáneamente.
De allí surge, eso que llamamos singularidad y del
cual, algunos piensan, que tiene también, un origen bilógico; al igual que la
tolerancia, lo cual es muy respetable.
Según el tipo de experiencias erróneas o no,
que vivenciemos nos vamos alejando o
acercando a una realidad reñida, con el
escepticismo de algunos, que solo ven, lo que de plano, se les presenta ante los ojos y nada más.
O bien,
ven tan solo lo que les conviene.
Esa realidad, que es la
que nos conecta con la divinidad y que es precisamente la condición que
nos va adecuando a descubrir nuestra verdadera esencia, llevándonos a ese nivel superior; que es, lo que nos separa, de la conducta bestial e instintiva de la naturaleza cruel e
inhumana.
Y no solo el ser humano capta, esa realidad por medio de la razón; sino
también del corazón que le sirve de a temporizador, por decirlo de alguna
manera; para filtrar por medio de la conciencia, aquello que no es humanamente “correcto” ; me refiero a las
conductas monstruosas, insensibles, que tenemos con nuestros congéneres y con
los otros seres vivos y como hablamos supuestamente aquí , en este escrito de
seres, de personas psíquicamente “sanas”;
creemos que la elevación de la conciencia, nos podría llevar a dar un salto cualitativo, y hasta cuantitativo, en la escala de la evolución espiritual ; es
decir para reconocernos, sabernos, como hijos
de Dios. Y de saber entender, que
en el contexto del padre creador; el
padre no es un mito; sino una realidad,
que nos hace semejantes al ser, de los seres.
Pero es una semejanza,
que nos tenemos que ganar y ganar, con nuestras acciones, que ennoblezcan nuestra, también, condición de
seres humanos, verdaderamente
humanos. ¡Oh por Dios! Valga la redundancia.
Sin embargo habría que ahondar más en este
asunto.
Beatriz Elena Morales Estrada© Copyright