(Acerca de los animales; más concretamente el
mono o simio)
Muchos
alzan su voz y dicen; los animales son
los animales; hay que dejarlos de lado;
de ellos nos separa el lenguaje, etcétera, etcétera; pero
es necesario revaluar nuestro comportamiento, el que nos separa
muchas veces de estos; ese que nos hace bestiales, incluso más que
ellos. Es en esa instancia que me
pregunto:
¿Hasta
dónde es buena la intervención del
hombre, en la naturaleza, sobre todo
dentro de las hordas de simios salvajes
o no, los monos, de los cuales la
evolución nos muestras que son nuestros primos hermanos?
La intervención humana es buena y más que eso, necesaria; siempre y cuando sea para ayudar,
para enaltecer al ser del otro ¿Cómo así al ser del otro, estamos hablando de
animales? ¿Y acaso nosotros no lo somos? Si.
Estos seres tan inteligentes
también son sujetos del ser y del
hacer.
Pero
muchísimas gentes se están
valiendo de su dolor, de su sufrimiento,
que no es ningún drama fútil, para
llenar sus bolsillos. Son como buitres al acecho, del
sufrimiento de estos pobres animales,
para enriquecer sus arcas. Es decir los explotan. Es más. Muchos
disfrutan torturándolos.
Cuando el
ser, que se dice humano, me refiero en
general a la humanidad; actúa en contra
de la dignidad de otro ser humano y de
estos, para obtener ganancias y
dinero; está cometiendo uno de los peores crímenes hasta ahora conocidos ¡Claro eso no es nada nuevo!
¿Entonces?
Entonces
según estas cosas que se suceden; tendríamos que re- pensar el concepto de sufrimiento moral, también en los animales; pero es que, al igual que el animal hombre, el animal
no hombre; también tiene un cuerpo y sufre; tiene un cuerpo que lo hace
sufrir obviamente y no solo es, por lo básico, la comida, que ya es bastante,
el hambre no da tregua; también la
enfermedad.
¿Pero tienen conciencia los animales o es solo
un privilegio del hombre?
Pero lo
moral (El sufrimiento) aquí apunta
a un sentimiento de desamparo ,
de falta de cobijo; es decir de
ayuda y no solo primaria, sino también en otros sentidos; pero se
deshace , ese querer ser amparado y amparar ;
cuando se experimentan sentimientos
de soledad, de abandono, de impotencia;
esas mismas cosas, que estos seres también
vivencian, y dentro de ese medio
hostil, en donde habitan. Esto en sentido general, como hordas de tribus y también como criaturas, sintientes e individuales.
¡He
ahí! El punto de encaje, de engranaje
dentro de esa escala evolutiva, y que algunos que se dicen ser humanos, patean, destruyen descendiendo así,
en la escala primordial. ¿Cuál es
el punto de encaje?
La pandemia afecto de un modo u otro no solo
al ser, que se dice humano; a la persona
que se vio a si misma vulnerada,
frágil; sino también a la naturaleza
animal, a todos en general, pero más que
todos los otros animales; al mono; simios.
Porque seres que se dicen humanos se aprovechan de ellos, entre otras
muchas cosas. Y los pocos que ayudan, ya
quizá no lo hacen, por motivo de la pandemia.
¿Digo no?
Con
esto, deberíamos plantearnos entonces,
que el sufrimiento y el dolor; no son algo exclusivo del ser, que se dice humano, del hombre; por supuesto
que estas criaturas, no poseen una estructura compleja del manejo del
lenguaje, en sentido conceptual.
Lo que no podríamos afirmar tampoco,
es que este animal
sea un ser del pensar.
(Pero tampoco algunos que se dicen humanos lo han desarrollado o
cultivado) aunque mal que bien, el
humano, si podría llegar a ser un ser del pensar. De hecho lo es, aunque demuestre a veces lo
contrario.
Pero es
obvio, que todos los seres vivos,
sufren y experimentan dolor, dado que tantos unos como otros, estamos expuestos a muchas cosas, que tenemos
en común. Ellos y nosotros, estamos metidos en el hábitat, de un planeta y de una naturaleza, en extinción.
De
manera que esto, hay que re- evaluarlo y hay que colocarlo dentro de un concepto, que eleva también al animal a ser,
un sujeto del dolor y del sufrimiento y
también del goce o del deseo; si
se puede decir así. ¿Pero por qué hablar
del animal y meterlo en esto?
Porque hay algo que el ser, que se dice humano, no debería perder
y es esa conexión primaria, que
tiene con la naturaleza animal.
La conciencia de ser y del
ser, del hacer, en sentido
universal. ¿Eso quiere decir que los
animales tienen conciencia? Todos los animales la tienen, así sea,
de un modo primario, pero la tienen.
Además del
instinto claro. ¿Entonces en que radica esa conexión? Radica
en saber que ellos y nosotros,
somos parte de un orden, de
un gran conglomerado de cosas,
que mantiene la armonía de un
orden natural y manifiesto. ¡Claro que
también se encuentra el
caos! Pero ese caos, tiene
un orden.
Y dado
que también, la conexión psíquica, no es solo,
un privilegio del hombre; que se dice hombre; en el más alto sentido de
especie como tal.
Allí en
esa conexión, encontraría aquello, que lo hace alguien humanamente posible. Es
decir, que lo hace descubrirse a sí mismo,
como un ser de la vida y para la vida.
Más no para la muerte.
EL
sufrimiento, el dolor, sea cual
fuere la causa; NO ES ALGO EXCLUSIVO
DE LA HUMANIDAD COMO TAL.
Ahora, la angustia si pareciera ser, exclusiva del Humano que sufre o que se
angustia y además, que capta esa
angustia; es decir, esa nada y que se ve a sí mismo como un ser de angustia o
para la angustia. En esa mera
captación, está implícita la conciencia
del ser y del no ser.
Pero en todo caso, es imposible
no ver también el sufrimiento del
animal, del mono, del simio…
Todos los animales sufren. Todo lo que vive y respira sufre.
Notita: Aunque esta nota, aquí no sea necesaria la publico.
Si bien aquí,
no se maneja un lenguaje genérico, de
género; hombre, mujer, es porque se considera innecesario;
dado que lo genérico,
queda adherido a lo general, donde no hay límites de género.
No siempre y según la particularidad del texto
o del lenguaje empleado, es necesario,
hacer uso de lo genérico.
Para la
muestra un botón: dada la universalidad del lenguaje.
Beatriz Elena Morales Estrada © Copyright
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