INSPIRACIÓN
EL VIAJE Y LA
OBRA
Ella regresó del viaje, por la
nocturna cuesta del sendero marcado.
Ascendió por la colina y diviso
los valles y las planicies y a lo
lejos, las ciudades resplandecientes…
No obstante observó, que los primeros rayos del amanecer,
se acercaban; contrastando así y
de algún modo, el verdor de esa
tierra, con el azul, entrelazado en tonalidades
rojizo y naranja de esas horas.
Ella, que siempre se había
arropado con la noche y vestido con lluvias que humedecían su lecho; por cierto estaba
cubierto de hojas blancas, verdes y rojas, se quedó yaciente por el cansancio y
así, la encontró el sol destructor del
medio día, que atravesó sus párpados, dando escandalosamente en su rostro y
partiendo sus labios, que quedaron resecos por la exposición a tan bravo fuego
y de su garganta reseca, surgió un grito
de sangre y de muerte ¿O quizá ese grito
significaba otra cosa? Pero aun, no era posible que eso, significara vida, a pesar de eso, de todo; todo era oscuro,
muerte, casi eterna; ya que ella, no se
libraba aun, y en esa dura batalla contra la sombra, sombra que abría
sus fauces para tragársela, Estefanía, supo, que en cualquier monto
sobrevendría la dicha; pero hasta este momento, hasta ese entonces,
continuaría oculta en la
rocosa pared, entrelazada por así decirlo, con la parturienta oscura y
ya no habría lugar, para que una cosa se
confundiera con la otra; ahora ya
sabía, que las dos, no tendían,
hacía un mismo fin, un mismo objetivo; pero ella debía de ser objetiva, en ese momento y resguardarse contra
la innombrable, para así poder perpetuar la vida, la que deseaba, ya que es
fuente magnánima ; algo se lo gritaba
adentro, y de esa magna y sideral quería beber, hasta embriagarse, pero
de felicidad, de alegría, hizo un
esfuerzo sobre humano y se inclinó,
quedando sentada y luego se hecho hacia un costado , rodando, buscando la parte cobijada por los árboles , allí esperaría su llegada, pero ya no tenía las manos
vacías, estaba buscando, tenía un ideal, como punto de apoyo, entre un sueño
volátil y casi etéreo pero sabía que si
lograba fundir espíritu y materia, tal y como se aferra el hueso a la carne, y
además intentando, dar la pincelada final, esa que diera un matiz único, dorado, un color buscado y no buscado , para así terminar
ese cuadro, esa pintura más
significativa, ese ideal, más no idealizado , porque no era una fantasía, era
la realidad ; esa, que es
imperceptible, al mundo de los sentidos
, la que profanos no reconocerían como tal,
porque se hallan constreñidos a lo que está delante de su ojos…
Sí, ella regresó del viaje y tan
solo, para retomar de nuevo el camino,
estaba ya, en el punto de encuentro máximo
y comprendió, que siempre habrá
un comenzar de nuevo, un renovarse, un levantarse de una muerte, tras otra muerte y solo se termina para mirar otra vez
y desde un ángulo diferente . Boca abajo, oculta; así la encontraría de nuevo la parturienta oscura y entonces, se levantó y grito
Eureka; si, la lucha es ardua, hay que seguir andando, no me puedo detener ¿En dónde estará el tesoro qué el viejo
pirata robo en alta mar y luego
escondió? Lo buscaré se dijo ¿Pero hasta cuando, hasta cuándo?
Hasta encontrar un punto de apoyo, un punto de
apoyo, entre el tesoro y yo y y0oooo
Sí, ese será el punto, que hará, que la pincelada
mágica encuentre ese contraste, entre la sombra y la luz, entre la noche y el
día, entre mi conciencia y yo ¿y yo?
Y cuando llegó la innombrable
, con sus fauces de loba, y sus hienas
fulgurantes de emanaciones podridas y
de fétida saliva; dispuesta a tragare, hasta el último fragmento de la sustancia que emanaba de
ella, esta, estaba de pie en lo alto, recreándose con su obra y
justo, justo en ese momento, ya había
trazado la pincelada mágica.. .
Y ante el grito de Estefanía, de ¡Eureka!
No le quedó más remedio, que retroceder disminuida,
por el ese grito, que la conturbó
y la llenó de rabia, pero nada podía
hacer ya…
Beatriz Elena Morales Estrada©
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