miércoles, 3 de octubre de 2012

Pensar y Hablar (Filsofìa)

                                                         Imagen sacada de la web

Ensayo
Filosofía

“Solo eres mortal; por eso tu mente que nutre dos pensamientos a la vez”

Tal es el mandato del dios Apolo al cual, admito debe de acogerse si quiere desplegarse en la duplicidad del lenguaje. Dejar de pensar solo  con miras a la unidad implica afirmar la ruptura y la interrupción a la que lleva la pluralidad del lenguaje (pensar y hablar).  Un solo acto en que marca ya la ruptura, el estar afuera de toda unidad. Toda habla es en si dualidad  de la simultaneidad  del lenguaje. Todo mortal tiene en si el cargo de desplegarse en toda su infinitud… Y Toda habla es también en si pluralidad. Pero esta pluralidad es irreductible  a toda posibilidad del lenguaje. El habla en su pluralidad es toda ella el retumbar indefinido del habla misma, que cae pesadamente en el espacio indefinido del que escucha. Mediante el dialogo se pretende hacer menos pesada la tarea del que escucha “El retumbar indefinido de si misma, en el seno de un espacio múltiple” Pero el diálogo es la medida que hace menos pesada ese retumbar del  habla misma; ya que atra ves del dialogo el que escucha el pensamiento se desdobla en un acto único, de ese hablar  simultaneo del lenguaje. Siendo mortal admito; se tiene que nutrir el pensar y el habla al mismo tiempo, pero con el habla admito se es expulsado hacia afuera… Así que el diálogo realiza la medida entre el pensar y el hablar; pensar y hablar son diferentes, pero idénticos así mismos. “Beso tus rodillas ten piedad de mi, y respeta a los dioses” Toda habla es la medida, ya que es también esa abertura por el extraño, que a su vez puede ser el suplicante,  el peregrino alcanza la medida que rebasa  lo divino mismo.  El suplicante es también un vagabundo que viene de lejos; pero cuya voz es portadora de la divinidad (Zeus el dueño de todas las cosas) Sin embargo este suplicante es uno que esta despojado, que esta fuera de… Y que no posee nada; aún ni siquiera el acuerdo de la medida. Por lo cual, como admito,  frente  a Apolo esta en desigualdad de condiciones, pero es precisamente esa carencia, todo lo  que da poder al suplicante, lo que le da la posibilidad dentro de la acogida que se le brinda al ser acogido como peregrino. El suplicante aún careciendo de un lugar en el mundo por un instante, siente que se le restituye a la vida cuando es acogido de nuevo, y más que acogerlo, quien lo acoge debe de restituirle el gusto por la comida, es decir debe reconciliarlo con la vida para que pueda proseguir su incesante camino de  peregrino.
Todo peregrino parece   tener algo que decir, si todo relato es de por si la palabra mediadora entre alguien que es acogido y alguien que acoge. Ese Alguien que parece hablar a partir de la escritura y  de un lector que parece leer obsesionado por la ausencia misma de toda escritura, de todo relato, hay ausencia de quien lee y de quien escribe,   pues al hacerlo ya se esta fuera de toda posibilidad misma, Así  también el que sueña esta ligado al  sueño por lo irreal, por lo absurdo del sueño que remita a la semejanza y a la nada. El que sueña sabe que es el que sueña , pero cuando se despierta el sueño se desvanece  y el sueño ya no es más; es decir solo imágenes semejantes  que se confunden y que no se sabe quien es  el que sueña. El sueño remite a la infancia y aún más allá, de este a los confines infinitos de la imagen que embelesa y que fascina. Por eso mismo todo sueño igual que  todo relato, todo dialogo en la imposibilidad misma que tiene el durmiente y el dialogo de realizarse. Sin embargo el que sueña  es deslizado a la  abertura del  prodigio  de una irrealidad que es realidad que deslumbra  y se acrecienta en el vacío de una imagen primera, que es el inicio de un relato cualquiera y es a su vez la posibilidad de un diálogo casual entre dos en el rincón de un callejón, o en la banca de cualquier parquecito, en fin… De uno que escribe y de otro que lee sin conocerse;  Pensar y hablar  son diferentes, pero a su vez son idénticos  ¡Ves!  La diferencia entre pensar y hablar crea a su vez la diferencia y aún más,  hay un abismo entre quien imita y copia del otro sin pensar,  ya que no   sabe de lo que se trata y no encuentra la diferencia entre lo uno y lo   otro y al final solo queda  la falsedad  de quien  nada sabe,  ni toma en serio su carencia.
El diálogo es aquello que une la separación, la diferencia;  el diálogo es aquello que acoge al extraño mismo en la separación   y es a su vez la alternativa de un dialogar  interrumpido que solo tiene cabida en el tiempo,  y en la fragmentación del lenguaje que se manifiesta atra ves de la continuidad y discontinuidad  de la escritura misma eso es el pensar y el hablar.  
El dialogo es la medida  y es por lo mismo,  la imposibilidad de todo dialogo, finalmente lo que queda es la certeza del desdoblamiento. Ese extraño movimiento que  tiene cabida en el tiempo  y que solo por cierta anomalía del lenguaje viene a tener cabida en la posibilidad de algún otro, pero solo en la medida que ese otro asuma su extrañeza ante el lenguaje. Pero ese otro es también alguien inexistente, alguien anónimo,  es decir desconocido, que no le pertenece al  lenguaje;   pero  existe una posibilidad de ir al encuentro, de estar en el tiempo…
Dentro de ese movimiento ambiguo  que expulsa al autor y al lector confundiéndolos en uno solo hacia el principio original de la palabra. Lo originario se manifiesta en algún recodo. El movimiento ambiguo entre lo vano y lo autentico en que ambos se confunden es a su vez la abertura que desliza el prodigio y es a su vez el vértigo indeterminado  de   un comienzo inicial (por lo cual se da un movimiento de inercia que empuja a moverse hacia…) Proximidad y cercanía  de una muerte que nunca termina de realizarse. Lo que une y separa a su vez al charlatán y a Michel loris Ròdica,  precisamente es la unidad   coincidente de la neutralidad  incesante del lenguaje. La diferencia es la que los une y los separa y la falta de seriedad que es precisamente la falta  de toda precisión de la palabra, la neutralidad que a su vez no les impide  pensar la palabra inauténtica y vana, pero que piensa en suma los grandes pensamientos sin pretensión de verdad y de seriedad alguna. En suma en su neutralidad lo que queda en ellos es el comienzo de un relato cualquiera, en un cabaret o en un parque en donde alguien fumaba incansablemente tratando de encontrar en el humo la mirada fascinada de una imagen que lo arrojaba de pronto hacia el vértigo mismo de la palabra, hacia  la imposibilidad de realizarla, mediante el dialogo de la palabra escrita, pero a su vez tenia frente así al charlatán que no cesaba de hablar frente al espejo en donde la presencia muda evocaba la mirada de Orfeo y el sueño irrealizable de la infancia.

Beatriz Elena Morales Estrada
Derecho de autor reseñado y registrado

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